De marinero tenemos al señor temor que vive su matrimonio con la pena y la inseguridad, es el triangulo amoroso más tóxico, zarpamos y llevamos todo abordo, coraje, rencor, miedo, alegria, tristeza y parale de contar, eso es lo necesario para sumergirse en éste mar abierto de ideas y sueños, quizá el naufragio sea algo probable pero ahi vamos...
Pasan mañanas y noches, que impactan las brisas en mi rostro, brisas de sudor y sal, brisas que huelen a ella y me indican la ruta adecuada.
Aunque el viento es tirano y no sopla a mi favor navegamos en zig zag, y encontramos nuevos calores, nuevas aguas tan puras y cristalinas como una lagrima, pasan tardes y amaneceres y aun veo lejos la llegada, tengo la esperanza que al alcanzar el ocaso ahi estará mi destino, pero aun se ve lejano, las olas elevan la embarcacion y me sacuden y ondulan con ritmo, como el ritmo de su cuerpo, el viento nocturno me enfria la cara y siento que congela mi cabeza, se vuelve tan fria casi como su mirada, casi como sus palabras de "amor",
de pronto me surge la idea de que el fondo marino es mas probable que aquel puerto de piel y silueta.
El faro en la bahia aun no nos alumbra y ya forma sombras y me deslumbra y lo peor o mejor de todo es que quizá le demos vuelta al timón y estemos a la deriva...
By Fabio Augusto Arriaga Serrano